20110302

ENSAYO: FIESTA TAURINA, el gran ESPECTÁCULO de la REGRESIÓN

Probablemente todos los seres orgánicos que hayan vivido nunca sobre esta tierra han descendido de alguna única forma primordial, a la que se infundió vida por primera vez... Esta opinión sobre el origen de la vida tiene su grandeza... porque mientras este planeta ha ido dando vueltas de acuerdo con la ley fija de la gravedad, a partir de un inicio tan sencillo han evolucionado y siguen evolucionando formas sin fin, las más bellas y las más maravillosas.
Charles Darwin El origen de las especies, 1859

Ciertas actitudes del ser humano ponen en duda el avance tecnológico al cual se ha sometido la raza humana a partir del pensamiento cartesiano. Hemos llegado a la luna, hemos llegado a la comunicación satelital en tiempo real, la mecánica cuántica comienza a dilucidar nuevos universos y nuevos espacios dentro del tiempo, la nanotecnología promete conseguir milagros en la medicina pero dentro de todo esto algo anda mal. Mientras el progreso científico a partir del desarrollo del micro chip se subió al carril de la alta velocidad alejándose en tiempo y espacio de los problemas reales y concretos del planeta tierra, el pensamiento común reflejó un retroceso tangible y concreto. El público ávido de violencia traducido en la aberrante popularidad de las corridas de toros nos da la razón I.

A penas creerlo. El hombre autodeclarado el epítome del desarrollo universal es el mismo que echa mano de un placer tan primitivo para exaltar sus sentidos. ¿El disfrutar con el sufrimiento de un ser vivo debería de ser digno de la raza más avanzada sobre la tierra?
La respuesta tendría que ser negativa, pero seguimos siendo partícipes de eventos tan primitivos como las peleas de animales o las corridas de toros. Lugares tan comunes donde lo que se juega detrás de todo ello no es más que el ejercicio del poder, la pulsión de apoderamiento y destrucción del otro.

No es casualidad que las corridas de toros hayan surgido en España y se hayan propagado en su mayoría en países del tercer mundo. La característica que las une es una moral católica basada en la exhibición del poder y la riqueza II. Y es que ¿Dónde, sino en la plaza de toros, puede el hombre adoptar poses tan sexualmente provocativas? “La desfachatez llamativa del traje de luces, las taleguillas apretadas, el alarde de los atributos sexuales, las nalgas paradas, los testículos apretados bajo la tela, el andar obviamente seductor y auto apreciativo, la lujuria de la sensación y la sangre. La corrida autoriza esta increíble arrogancia y exhibicionismo sexuales”III.

Por donde se pretenda tratar el tema pareciera no tener justificación. Incluso abordándolo desde la religión podríamos decir… El nihilismo se refleja en este precario gusto pues si hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, entonces deberíamos aspirar a ser como Él y comportarnos como seres morales: « ¿Por qué me ofrecéis tantos sacrificios? dice Yavé. Estoy ahito de los holocaustos de carneros y de la grasa de los terneros; la sangre de los toros, corderos y machos cabríos no me es grata. Cuando venís a ver mi rostro, ¿quién solicita tales cosas de vosotros, que venís a piso¬tear mis atrios?... ¡Vuestras manos chorrean sangre! Lavaos y purifi¬caos...» (Isaías, 1, 11-16.)

Los seguidores de la fiesta taurina olvidan tomar en cuenta que el hombre no es ninguna raza superior sino que, tal y como afirmó Darwin en el origen de las especies, todas las formas de vida derivan en un único antecesor común que HUBO habitado el planeta tierra en un tiempo por lo que no constituimos nada superior, únicamente somos una pieza del rompecabezas de la evolución. Por lo tanto, la especie no es obstáculo para valorar la vida, la libertad y la capacidad de sufrir de los demás IV.

Se podría argumentar que los hombres cuya postura no es favorable a la fiesta brava son poco numerosos hoy día, y se creerá estar autorizado por eso a tenerlos como cantidad desdeñable; ahí, como en el dominio político, la mayoría se arroga el derecho de aplastar a las minorías, que, a sus ojos, no tienen evidentemente ninguna razón para existir, puesto que esa existencia misma va contra la manía «igualitaria» de la uniformidad. Pero, si se considera el conjunto de la humanidad en lugar de limitarse al mundo occidental, la cuestión cambia de aspecto: ¿no va a devenir así la mayoría de hace un momento una minoría? Así pues, ya no es el mismo argumento el que se hace valer en este caso, y, por una extraña contradicción, es en el nombre de su «superioridad» como esos «igualitarios» quieren imponer su civilización al resto del mundo, y como llegan a transportar la perturbación a gentes que no les pedían nada; y, como esa «superioridad» no existe más que desde el punto de vista material, es completamente natural que se imponga por los medios más brutales V.

Por otra parte se nos dice que es un "arte” en donde los que destacan han de tener subliminar genio matemático, dominio de la armonía. La tauromaquia, algo que conocen de sobra “los buenos aficionados”, es la ciencia para desarrollar una peligrosa misión, donde todos los movimientos están previstos, el tiempo tasado, las partes de la lidia definidas y casi todo regido por el número tres, arco y clave de la Fiesta VI. Lamentablemente el otro protagonista no posee las mismas oportunidades. Es un juego donde la desventaja es evidente a pesar de toda retórica que intente mostrar lo contrario. Explico; «El sistema nervioso central del toro —dice el profesor D. E. Berlyne, de la Universidad de Toronto— está concebido para enfrentarse con el medio que produce cierto grado de... estímulo... Es natural que no actúe de la mejor manera en un medio que le produzca una tensión o una carga excesiva. Y sin duda el animal no se enfrenta uno a uno. EL TORERO ESCUDA SU ARTE ANTE LA IMPOSIBILIDAD DE UN ANIMAL NERVIOSO, ESTRESADO Y HERIDO.

Como podemos observar para justificar dichos actos se evoca el valor artístico de los toros. -no los toros en sí mismos, entiéndase, sino las acciones que les provocan sufrimiento y al final la muerte-. Sin embargo, a todos esos se les olvida que si algo es arte, a ese algo no le confiere ningún estatus o valor especial a la actividad en cuestión. Lo que da valor -estético- a un objeto no es, pues, que dicho objeto sea simplemente catalogado como arte, sino el hecho de que se trate de buen arte o arte valioso. Por lo demás, igual que una tradición no es, por el hecho de serlo, buena o mala moralmente, tampoco lo es el buen arte.

De igual manera, abordándolo desde la visión del maltrato a los animales, el tema parecería acorralar de nuevo a los defensores de la fiesta taurina. Sin embargo, han tratado de justificarse de una escurridiza manera arguyendo Que bien vale la pena el maltrato del animal pues así se logra la conservación de la especie a través de la buena vida que se le da y a las cientos de hectáreas cuidadas en el proceso de crianza VII. ¿A caso es el arte o el ocio un factor moral que nos orille a la crueldad para justificar la preservación de una especie? Una moderna civilización occidental no debería ya encontrar ningún placer en una actividad cuyos orígenes son precarios.

A pesar de que los toros tenderán a desaparecer, Ya sea como evolución necesaria de las sociedades hacia una era donde se luche contra la crueldad en el trato hacia los seres vivos, como seña de identidad de una civilización respetuosa y compasiva. O ya sea por factores económicos VIII, nuestro deber moral nos lleva a la imperiosa necesidad de apresurar dicho proceso.

Si en Latinoamérica y España se sigue considerando divertido torturar y matar animales, es por que se continúa utilizando de manera especulativa e inconsistente expresiones como “tradición”, “cultura” y “arte” para permitir el abuso y la muerte. Sin embargo, El intentar justificar la tortura y los espectáculos crueles e inhumanos con los animales bajo la consigna de la tradición y la cultura nos llevaría también a desdeñar los pocos alcances logrados en la ética IX.

Santo Tomás de Aquino e Immanuel Kant ya relacionaban el abuso hacia los animales con la criminalidad. Para ellos, los animales no humanos no merecían consideración ética, pero aún así sugerían no ser crueles con ellos para evitar que germinara la violencia hacia los propios humanos X.

Como podemos observar el problema no es preservar, sino, no torturar. A la visión antropocéntrica le importarían las especies pues sin éstas no habría individuos: Si las especies se extinguen, se pone en riesgo al planeta y por ende, a la humanidad. No obstante esta forma de pensar deja de lado los motivos morales y éticos del maltrato animal. Recordemos que la crueldad hacia los animales es un factor criminógeno sumamente importante: casi todos los asesinos seriales han sido crueles con los animales durante su infancia. Esto ha llevado a los países más evolucionados a legislar e implementar políticas públicas de seguridad estimando dicho factor.

Como sociedad cuando carecemos de ética en el comportamiento hacia los animales, nos hacemos daño irremediablemente. Sí, podríamos mencionar los impactos ambientales de la cacería y de la ganadería o los daños a la salud del consumo de carne, especialmente la de los animales torturados, pero debería bastar con saber que los animales poseen un sistema nervioso central lo bastante evolucionado como para sentir, teniendo necesidades igual que nosotros para reflexionar y cambiar nuestra actitud XI.

Al crear las teologías y filosofías occidentales un ego especifisista en el hombre (discriminación por especie) obstaculizaron la aceptación de nuestra animalidad, generando un cierto estatus semi-divino para lo humano. No obstante no debemos olvidar que somos un ser animado emparentado con los chimpancés. Nos guste o no la palabra animal proviene del latín Anima, que significa alma, soplo o aliento vital. Un ser animado es un ser dotado de vida. Por tanto el ser humano es un animal y el toro tiene tanta vida, tanto derecho de no ser torturado y de existir como nosotros.


Debemos entenderlo, el activismo por los derechos de los animales de ninguna manera responde a un capricho; tampoco tiene su origen en un gusto personal ni en una moda. Busca justicia elemental para los que no pueden reclamarla por sí mismos y mejores ejemplos de valores hacia la raza humana.

Si hoy respetamos y somos considerados con los de una especie completamente diferente a la nuestra, poco a poco nos alejaremos de la intolerancia y con mayor probabilidad se nos hará más sencillo no discriminar a los de nuestra propia especie.

Es posible, en la región de Cataluña (España) 12, lugar de los grandes intelectuales ibéricos, ya se ha logrado la prohibición de las corridas de toros, las peleas de gallos y las luchas de perros XIII.

A medida que la violencia hacia los animales cobra mayor afición en el mundo es necesario terminar con estas prácticas pues tras estos argumentos abolicionistas es indudable que subyace un enorme problema filosófico y científico, en el que está en juego la concepción misma del hombre y de su lazo con las demás especies.

NOTAS:
1. Hago alusión al término “aberrante” pues los toros poco a poco han dejado de ser populares en Europa y sólo permanecen en las agendas debido a la poca visión de algunos empresarios y medios de comunicación, respondiendo únicamente a un puñado de aficionados intolerantes. Sin embargo en regiones como Latinoamérica y Asia permanece el gusto por la violencia de estos espectáculos.

2. Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Alianza Editorial, Madrid 1998

3. Carlos Fuentes, El espejo enterrado, Fondo de Cultura Económica, México 1994, pag. 24

4. Son muchas las definiciones sobre qué es el Bienestar Animal, pero la mayoría coinciden con que es el estado de armonía con el ambiente, evitando el sufrimiento de los animales y garantizándoles las denominadas cinco libertades definidas por International Coalition for Farm Animal Welfare (ICFAW). Estas son: libres de hambre y sed; libres de malestares físicos y térmicos; libres de enfermedades y lesiones; libres para poder expresar un patrón de comportamiento normal; y libres de miedos y angustias.

5. En 2006, la empresa Gallup efectuó una encuesta entre 1.016 personas que trataba de medir la evolución de la afición a los toros en España. Un 81% de los menores de 24 años mostraba desinterés por estos festejos. La misma cifra se daba entre los de 24 a 34 años. De 35 a 44 años apenas baja un poco (78%). Y lo más sorprendente es; los mayores de 65 años sólo el 41% se declara interesado en los toros. Desde finales de los ochenta, el desinterés ha aumentado.

6. La cabaña brava, base del espectáculo, ya no se podría definir como respetable. Las peticiones de los toreros han ido convirtiendo el toro bravo en un animal cada vez más dócil y con menos sensación de peligro. El espectáculo ha ganado en emoción artística a cambio de adrenalina. Son pocos los ganaderos que lidian sus toros sin problemas. Prima el encaste Domecq, más noble en la muleta, con cierta docilidad. Esta exigencia por parte de los matadores ha llevado la diversidad de encastes al borde del precipicio. Juan Sánchez Fabrés ha anunciado que tendrá que enviar al matadero su vacada, exponente única de la procedencia "Coquilla".

7. El argumento de la preservación nos dice que si no fuera por las corridas, desaparecería esta "especie" de toros, y que si las prohibimos, propiciaremos su desaparición. No obstante, lo que nos preocupa en este y en otros ámbitos de la ética- son los intereses y el bienestar de los seres vivos que sufren el maltrato. Las "especies" -como las lenguas, las naciones o los pueblos- no se ven afectadas por el perjuicio de su inexistencia. Si para preservar una especie debemos torturar a todos sus miembros, tal vez la preservación no sea tan valiosa.

8. En 2009, según datos del Ministerio de Interior, se han celebrado en España 891 festejos mayores, entre corridas de toros, novilladas (con picadores) y rejones. 354 menos que en 2008. En el campo se calcula un excedente de más de 2.000 toros con fecha de caducidad. El reglamento taurino obliga a lidiar reses de cuatro a seis años. Este 2010, además de los toros con cuatro años recién cumplidos se encontrarán con estos "cinqueños" de difícil salida en el mercado. En España las ferias son cada vez más cortas, y si se tiene que prescindir de un festejo suele ser de la novillada de promoción, que sirve para que den sus primeros pasos novilleros y aprendices. Económica y lentamente deja de ser rentable.

9. Poco o nada tiene que ver el justificar la crueldad hacia los animales con cultura, tradición o fiesta. Ejemplo de esto es la fiesta del día de la asunción de la Virgen María. Cada 15 de agosto, Casabindo se transforma en el escenario de la fiesta taurina argentina. Es un día de alegría, agradecimiento y ruego por la lluvia y por el trabajo. . Fusión de espiritualidad aborigen con religiosidad española, en esta fiesta no se sacrifica ni un solo toro. Después de varios cánticos y misas, los lugareños en el corral, hacen el ritual de la Chaya, que más que ruego es agradecimiento a la tierra y consiste en enterrar hojas de coca y chicha; finalmente comienza la toreada. Se la llama el Toreo de la Vincha, y es una festividad taurina que tras soltar a los toros empieza la corrida entre los inscriptos, lugareños y algunos capitalinos aventureros. No se trata de desangrar al toro, sino de quitarle la vincha con monedas de plata, la que será ofrecida a la Virgen. Y el toro no sufre daño alguno.

10. Se hace alución a los “animales no humanos” pues la ignorancia nos hace pensar que los animales no tienen alma o que los humanos no somos animales. Sin embargo, esta visión corresponde a una forma de pensar antropocéntrica alimentada por las religiones OCCIDENTALES.

10. Los estudios del comportamiento, de las capacidades cognitivas y del sistema nervioso de los animales han puesto de manifiesto una continuidad evolutiva entre el hombre y los restantes animales mucho mayor de lo que sugería la concepción tradicional dominante en nuestra cultura. Una concepción basada en la creencia de la discontinuidad radical, incluso la contraposición, entre el ser humano y el resto de los animales

12. Esta medida se inscribe en una secuencia de proyectos análogos, con arranque en abril de 2004, tras la declaración consistorial de Barcelona como ciudad anti-taurina (el país, 16/12/2009).

13. En 1991, Canarias fue la primera comunidad autónoma española en prohibir los toros. Ya hacía una década que la comunidad no vivía una corrida y el asunto no necesitó ni debate. Acabaron con los toros, con la lucha de perros y con el tiro de pichón.

1 comentario:

Lupus Nigrum dijo...

Observo que en el titulo de este ensayo haces alusión al término psicoanalítico “regresión”, este término corresponde al auge del darwinismo en donde se creía (o al menos que lo sigas creyendo así) que el tiempo de la historia terrestre se deslizaba en un movimiento progresivo generando evolución en las especies… Sin embargo, el ser humano, como lo mencionas, en su gran progreso evolucionista no ha conseguido relacionarse de forma armónica con su entorno más “primitivo” que es su medio natural.. Te digo esto, porque sospecho que aún mantienes cierta creencia ficcionaria en la civilización moderna occidental, como si esta civilización fuera el resultado de la evolución del intelecto humano. Verdaderamente, yo no lo pensaría así, considero que esta civilización moderna lo único que ha conseguido ha sido crear mamparas mediáticas que bloquean la violencia descarnada, que tiene su expresión en la producción y extracción de los medio naturales-incluidos los animales- de una forma mecánica e incluso cibernética. Estoy de acuerdo contigo en que la tauromaquia es una exaltación de la pulsión de apoderamiento, pero esta expresión sería incluso inocente al lado del dominio evolucionado que nos aqueja hoy en día. Este domino se oculta, precisamente, tras el paradigma científico evolucionista en donde el apresuramiento apunta hacía un futuro eugenésico, como si el hombre al verse subsumido en la falta de pruebas de su creencia buscara forzar a la naturaleza a producir especies que sean superiores a lo que él considera inferior. Quizás lo regresivo, esto es, lo primigenio de nuestro psiquismo, aún contenga la sombra de una humanidad más cercana a su animalidad.